Sommelier de té en Japón

Ya llevo varias semanas en España y todavía no me creo que esté aquí de nuevo, parece que mi mente aún no quiere irse de ese maravillo país. Me fui como sommelier de té, pero lo que he descubierto es que también me fui para volver mas grande. Grande como mochilera llena de experiencias, grande por la gente que he conocido, grandes las ideas que me traigo y grande por saber que tarde o temprano volveré para seguir aprendiendo sobre el té y sobre mi misma.

Lo que aprendí en Japón

  1. Aprendí que los wc no tienen que ser fríos (ni sucios).
  2. Aprendí a mirar de lejos a la gente sin apartar la mirada y a mirar de cerca a la gente apartándola.
  3. Aprendí que se puede comer una pizza con palillos y que puede resultar una actividad muy elegante (siempre y cuando dominas la técnica)
  4. Aprendí a sonreír sin motivo, a sonreír a la gente, a sonreír cuando escuchaba la música del piano despertándome por la mañana, a sonreír a los extraños y a sonreír a la vida.
  5. Aprendí que los dulces pueden ser una autentica obra de arte.
  6. Aprendí que el «no» no existe ¿comer la cabeza de una dorada hasta dejarla «literalmente» sin sesos? exquisita ¿beber el agua con el que cuecen la pasta? ahora me siento mas fuerte y rejuvenecida.
  7. Aprendí que los zapatos son solo para la calle y disfruté con una pequeña cosa que me apasiona: andar descalza por todos lados (aunque eso suponga caída en picado por las escaleras y dificultades posteriores para sentarme en un tatami)
  8. Sentí en mis pies el frío, la calidez y los siglos de historia de un templo budista y la maravillosa paz interior que se siente observando un jardín zen.
  9. Aprendí que los chicos japoneses, al contrario que los españoles, intentan ligar enseñándote fotos de los postres que cocinan, de lo bien decorada que tienen la casa.
  10. Escuchar el canto de un bosque de bambú y sentir que estás ahí y que tú formas parte de esa belleza transitoria.
  11. Conectar con gente con la que no te entiendes a través de la sonrisa, de los gestos…
  12. Aprendí a disfrutar del silencio que se genera al paso de una geisha y a observar el suave sonido de sus zapatos sobre el asfalto.
  13. Aprendí que cuando dicen «FOOOTO» son siempre dos: la sería y la divertida.
  14. Descubrí que me encanta viajar sola, perderme y solo así encontrar lugares y momentos mágicos.
  15. Aprendí que el sushi en Japón tiene un sabor diferente.
  16. Aprendí a celebrar y a observar cada momento de la vida, por insignificante que parezca, valorando la importancia de cada instante por la fugacidad y por la eternidad del mismo.

¿Y sobre el té?

He descubierto que el té forma parte de la vida de los japoneses casi tanto como el respirar ¿cuestión de salud? ¿costumbre arraigada en el tiempo?

Sommelier de té en Japón

El té forma parte de la vida de los japoneses por lo que representa

El té va más allá de eso, más allá de una simple costumbre de salud. El té forma parte de la vida de los japoneses y representa la unidad y el disfrute del momento. Compartiendo una taza de té con la persona que tenemos al lado, mimando el momento y disfrutando de ese instante único que no volverá a repetirse.

Verónica Hegar Escrito por: