No cabe duda de que el descubrimiento del té se sitúa en China en el año 2727 antes de Cristo, de la mano del emperador Shen Nong, bebida que se convirtió rápidamente en una bebida de culto para los chinos.
Pero ¿como se extendió esta costumbre por el resto de países como Japón, India o Rusia?
No fue a partir del siglo noveno cuando el té se extendió a países como Japón y Corea, para hacerlo después a países de Oriente Medio. Durante siglos China fue único país exportador de té del mundo. A partir del siglo XIX, sin embargo, comenzó a crecer una dura competencia en países como la India y Ceilán, lo que hizo que se extendiera la cultura del té a países occidentales. Hoy China sigue siendo uno de los mayores proveedores de tés de calidad.
CHINA
«Su licor es mas dulce que el rocío del cielo» escribió Lu Yu en su obra maestra Cha Jing.
El té ha sido apreciado en China desde el año 2000 antes de nuestra era, inicialmente con fines medicinales y más tarde por sus cualidades refrescantes. Los chinos han valorado esta bebida única, utilizando hojas de té para regalos, rituales de cortejo, culto a los antepasados y los impuestos de tributos imperiales.
A partir del siglo noveno, el disfrute de té se extendió a países fuera de China, primero en Japón y Corea, a continuación, a Oriente Medio. Durante siglos, China era único país exportador de té del mundo. A partir del siglo XIX, sin embargo, surge una fuerte competencia de países como la India y Ceilán. Hoy China sigue siendo uno de los mayores proveedores de tés de calidad.
JAPÓN
La leyenda japonesa del té tiene como protagonista al agotado Bodi Dharma, que después de sus largos años de meditación un día sucumbió al sueño. Al despertar, estaba tan disgustado consigo mismo, que se arrancó los párpados, para asegurarse de que ellos nunca se interpusieran en su meditación. En el lugar donde los arrojó creció la planta del té , para evitar así que sus parpados se pudieran cerrar de nuevo.
Lo cierto es que el té llegó a Japón gracias a los monjes budistas quienes, después de probar los beneficios del té en sus largas estancias en China, introdujeron la planta y la cultura del té en Japón a su regreso.
En los círculos cultivados, beber té llegó a ser una forma de trascender lo mundano sin participar en la vulgaridad de la embriaguez del vino. El lujo de té, con el tiempo, ha llegado a considerarse como una necesidad en la vida cotidiana japonesa.
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